por Psic. Elisa Bellmann
(Año 1996)
A medida que la enfermedad progresa, el enfermo demenciado ya no puede vivir solo. Ha perdido su autonomía, su capacidad para realizar tareas simples fuera de la casa (mandados, trámites bancarios, compras diarias, etc.) y dentro de la casa (cocinar, limpiar, lavar ropa, tareas de carpintería o mantenimiento, etc.). Se torna de alto riesgo dejarlo solo o encomendarle tareas que deba realizar a solas.
Si el enfermo ha sido una persona independiente y autónoma que acostumbraba estar sola (ya sea porque vivía sola o porque quedaba en el hogar sola por muchas horas) ha llegado el momento de tomar decisiones fundamentales para adaptarse a la nueva situación.