Si viajar es perderse -como plantea Primo, uno de los personajes centrales de esta novela- escribir es encontrarse. Elisa Bellmann se encuentra en estas páginas con su mejor versión como narradora. Su escritura es eficaz sin perder nunca los rasgos poéticos. Esta vez elige contar, de una manera impiadosa y bella, la historia de una familia rota. Los secretos que se anidan y supuran durante varias generaciones. El amor y la violencia que se ocultan detrás de los ritos fraternales donde todo tiene algún significado. Tanto lo que se dice como lo que se omite. “La isla”, un pequeño pueblo de provincia, es el punto de referencia para encuentros y partidas. Como en los libros memorables, se revela en un mundo las tensiones del Mundo. La ambición, el deseo, la soledad, el deterioro. Vaticinio es una novela original y perturbadora, construida de una manera coral y sin fisuras. Donde se destacan las voces femeninas de Mora y la pequeña Eva. Difícil permanecer indiferente ante un relato tan cercano e inquietante.